viernes, 23 de julio de 2010

Reporte de lectura


A través del espejo y lo que Alicia encontró allí

Previamente en los capítulos anteriores

Mientras Alicia está meditando sobre cómo debe de ser el mundo al otro lado del espejo, se sorprende al comprobar que puede pasar a través de él y descubrir de primera mano lo que ahí ocurre. Encuentra un libro de poesía invertida el cual sólo puede leer reflejándolo en un espejo. Cuando sale de la casa entra en un jardín en el que las flores hablan y la confunden con otra flor. Ahí conoce a la Reina Roja, quien le ofrece a Alicia convertirse en reina si consigue llegar a la octava casilla en una partida de ajedrez. Esto nos hace rápidamente entender que Alicia es un peón, en concreto el peón de la reina blanca. Su primer movimiento será coger un tren hasta la cuarta fila (se mueve dos casillas, movimiento completamente legal dado que es su primer movimiento).

3a Parte
Insectos en el espejo

Esta es la parte donde me quede en mi reporte. Lo primero que tiene que hacer Alicia es ver desde otro ángulo el país por el que iba a viajar. En todo a su alrededor se encontraban valles, flores, praderas, cabaña sin techo. Todo eso no tenía nombre, el cual hace pensar como podrían comunicarse sin identificarse, es algo extraño e interesante que hace especial a este cuento.
En ese momento de observación Alicia se preguntaba que eran esos grandes bichos que hacen miel abajo. Claro está que la distancia era a millas de donde estaba ella, y no es posible observar algo pequeño desde tan lejos. Alicia pensó que puede ser una abeja común y corriente.
Sin embargo, en realidad, era un elefante. Que extraño me pareció haber leído ese párrafo, no pensé que pudiera ser algo tan grande en forma de abeja. Alicia se quedó pasmada del asombro tan grande que tuvo al ver aquella criatura. También había flores del tamaño de cabañas donde los elefantes volaban ahí. En eso Alicia decidió bajar a ver las cantidades de miel que se producía en esa flor.
Pero luego tomo otro camino, con eso de que no tiene algo con que defenderse si legaran a atacarla. Así que tomo otra ruta, que no esté cerca de los elefantes. Ella dijo que luego ir a visitar a los elefantes.
Además, ¡tengo tantas ganas de llegar a la tercera casilla!
Así que con esta excusa corrió cuesta abajo y cruzó de un salto el primero de los seis arroyos.

-¡Billetes, por favor! -pidió el inspector, asomando la cabeza por la
ventanilla. En seguida todo el mundo los estaba exhibiendo: tenían más o
menos el mismo tamaño que las personas y desde luego parecían
ocupar todo el espacio dentro del vagón.
-¡Vamos, niña! ¡Enséñame tu billete! -insistió el inspector mirando
enojado a Alicia. Y muchas otras voces dijeron todas a una (-Como si
fuera el estribillo de una canción -pensó Alicia) -¡Ala, niña! ¡No le
hagas esperar, que su tiempo vale mil libras por minuto!
-Siento decirle que no llevo billete -se excusó Alicia con la voz alterada
por el temor-: no había ninguna oficina de billetes en el lugar de donde
Vengo.
Y otra vez se reanudó el coro de voces: -No había sitio para una oficina
de billetes en el lugar de donde viene. ¡La tierra allá vale a mil libras la
pulgada!
-¡No me vengas con esas excusas! -dijo el inspector- Debieras haber
comprado uno al conductor.
Y otra vez el coro de voces reanudó su cantilena:
-El conductor de la locomotora ¡como que sólo el humo que echa vale
a mil libras la bocanada!
Alicia se dijo a sí misma -Pues en ese caso no vale la pena decir nada-.
Esta vez las voces no corearon nada, puesto que no había hablado,
pero con gran sorpresa de Alicia lo que sí hicieron fue pensar a coro (y
espero que entendáis lo que eso quiere decir... pues he de confesar que
lo que es yo, no lo sé). -Tanto mejor no decir nada. ¡Que el idioma está
ya a mil libras la palabra!
-A este paso, ¡estoy segura de que voy a estar soñando toda la noche
con esas dichosas mil libras! ¡Vaya si lo sé! -pensó Alicia.
El inspector la había estado contemplando todo este tiempo, primero a
través de un telescopio, luego por un microscopio y por último con unos
gemelos de teatro. Para terminar, le dijo -Estás viajando en dirección
contraria -y fuese, cerrando sin más la ventanilla.
-Una niña tan pequeña -sentenció un caballero que estaba sentado
enfrente de Alicia (y que estaba todo él vestido de papel blanco)-
debiera de saber la dirección que lleva, ¡aunque no sepa su propio
nombre!
Una cabra que estaba sentada al lado del caballero de blanco, cerró los
ojos y dictaminó con voz altisonante, -Debiera conocer el camino a la
oficina de billetes, ¡aunque no sepa su abecé!
Sentado al lado de la cabra iba un escarabajo (el vagón aquel iba desde
luego ocupado por unos pasajeros harto extraños) y como parecía que
la regla era la de que hablasen todos por turno, ahora a éste le tocó
continuar diciendo, -¡Tendrá que volver de aquí facturada como
equipaje!
Alicia no podía ver quién estaba sentado más allá del escarabajo, pero
sí pudo oír cómo una voz enronquecida la emprendía diciendo también
algo: -¡Cambio de máquina...! -fue todo lo que pudo decir porque se le
cortó la voz.
-Por la manera que tiene de hablar no sé si decir que es un caballo
bronco o un gallo -pensó Alicia. Y una vocecita extremadamente ligera
le dijo, muy cerca, al oído -Podrías si quisieras hacer un chiste con eso,
algo así como «al caballo le ha salido un gallo».
Entonces, otra voz muy suave dijo en la lejanía -Ya sabéis, habrá que
ponerle una etiqueta que diga !Frágil, niña dentro; con cuidado¡.
Después de esto, otras voces también intervinieron (-¡Cuánta gente
parece haber en este vagón! -pensó Alicia) diciendo -Habrá que
remitirla por correo, ya que lleva un traje estampado... habrá que
mandarla por telégrafo... que arrastre ella misma el tren en lo que queda de camino.

1 comentario:

  1. Compañero:

    los reportes de lectura se enttregan como bien sabe en papel, ya que el material electronico es una de las estrategias mas complicadas de comprobar su veracidad y originalidad
    asi es que espero ver dicho material en fisico,
    Saludos

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